martes, 14 de agosto de 2018

Perdonen la tristeza

Después de la comida del 60 aniversario, me he venido un rato a descansar a casa, aunque enseguida me voy para la peña.

Desde que empecé a preparar las cosas de este San Roque 2018, de este 60 aniversario rouno, sabía que me iba a emocionar y reconozco que ha sido casi un mes muy emotivo. Hoy más que nunca, en la comida que nos ha juntado bajo la carpa de Rouna para celebrarnos, he echado de menos a mucha gente, y no me refiero a los que no han venido, sino a los que ya no estaban. Estos días han pasado por mis ojos cientos, miles de fotografías de Peña Rouna desde aquel lejano 1958 y me he reencontrado con rounos y rounas a quienes no volveré a ver más. Han pasado por mi cabeza anécdotas que, seguramente, os parecerán muy tontas, pero que a mí me han tocado muy dentro:

Aquellas fotos tan chulas que me hizo Maricarmen un chupinazo, la toalla que le saqué a Raúl después de otro chupinazo tormentoso, la foto que me hacía todos los años con Jesús y Larrea, Carmelo que estaba en todas partes, el año en que Marcial (que se apuntaba hasta cuando no venía) fue peñista del año, alguna charrada sobre el origen de Rouna con Enrique (del que, por cierto, me ha pasado Rafa un álbum de fotos impagable que escanearé y compartiré en breve, antes de que me mande a los municipales), el empapuce de galletas con el pintor, Betty Boop... sólo por citar unas pocas de esas vivencias que van llenando estos años que ya me pueden de amigos que se han ido.

He intentado, en los carteles que podéis ver en la peña, dar un sitio relevante a toda esa gente y a más que nos han dejado pero que estaban hoy allí, con Rouna, celebrando nuestro sesenta aniversario. No están todos en las fotos y lo siento, pero están aquí, en mis vísceras.



Tengo una foto guardada que no he querido publicar. Es de una chica, muy jovencita, vestida de Rouna, que se me acercó una tarde de hace muchos años en el Boris, poco antes de ir a los toros (ahora ya ni voy) después de un vermú torero a base de camparis. Le dije: llevas el pelo como Betty Boop, me encanta. Me dio las gracias, me miró con sus ojos de Betty Boop y me confesó: es peluca; no puedo ir a los toros porque no me puede dar el sol; y no sé si veré el sol muchos más días. Dijo muchas más cosas entre esas frases, pero son las que recuerdo, las palabras y su sonrisa.

Gracias por habernos construido como somos, gracias por haber construido esta Rouna.

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